Saltar al contenido

Pequeños cambios ayudan a transformar el mundo.

Sabemos que todo empieza siendo pequeño, y que todo comienza en la mente, como una idea que asociada a una voluntad se transforma en materia y toma vida propia. También sabemos que para que la idea se propague, debe ser concebida de forma pura y entregada al universo. Así crecerá y florecerá de acuerdo a la ley de causa y efecto.

Cada cambio es individual y sólo se produce dentro de la persona que así lo quiere, sólo podemos cambiar algo nuestro a partir de nosotros mismos, de nuestra toma de conciencia, de nuestra auto-percepción. No podemos cambiar al otro ni podemos crear expectativas sobre consecuencias o hechos que no se ajusten exclusivamente a nosotros. Somos uno en medio de un engranaje, podemos hacer nuestra parte. Y si queremos aun cambiar algo en el mundo, tenemos que empezar por cambiar nosotros mismos.

Cada pensamiento comienza siendo pequeño, cada idea empieza pequeña, cada invento comienza pequeño y a medida que va contagiando a otros, va creciendo, ¡creciendo como una bola de nieve! Por eso, siempre debemos tener cuidado con lo que pensamos o queremos lograr, porque nosotros, tenemos toda la responsabilidad. No tiene sentido echarle la culpa a los demás por las cosas que no salen como nos gustaría, a eso le llamamos control. Y el control, además de ser una cosa muy mala, nos causa una gran angustia y dolor. El control nos da una falsa sensación de seguridad. El control es una ilusión, ya que no tenemos el control de nada, excepto de lo que pensamos. Por eso es tan importante saber lo que pasa por nuestra mente, ya que puede convertirse en materia y la responsabilidad del pensamiento es sólo nuestra.

Así que vamos a empezar nuestra reforma del mundo a partir de un pensamiento pequeño. Empecemos por respetar a la naturaleza, a los extraños, a los extranjeros, a los enemigos, a los más viejos, a los más jóvenes, a los mejores educados y a los menos favorecidos. A los vecinos, a nuestros primos, al tío molesto, a ese querido amigo, a aquél tránsito infernal y a tantas cosas que nos pasan cerca y lejos con una sola idea en mente: ¡El respeto a nosotros mismos! Sólo una persona que se respete puede tener respeto por otro, ya sea que este otro le guste o no. Y para respetarnos, tenemos que conocernos a nosotros mismos, saber lo que queremos y lo que podemos o no.

¡A partir de este principio podemos tener una pequeña idea y cambiar la historia del mundo!

Heloisa Aragao

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.