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Pare el mundo. Quiero bajarme.

 

Usted ya sintió como si las situaciones estuviesen sucediendo a una velocidad tan grande, de formas tan desagradables, que la sensación es de impotencia, como si el mundo acelerase y todo se fuese desarmando?

Hacia donde miramos, solo existe el mal contaminando todo. La antigua sensación de liviand y seguridad se fue. De hecho da ganas de gritar: Pare el mundo, porque yo me quiero bajar.

Solo nos resta el miedo y la falta de esperanza, pues el miedo puede hacernos imaginar siempre los peores resultados.

El miedo, generalmente, es el responsable de nuestra sensación de impotencia. Y es también el responsable de nuestra percepción de ese mundo feo, del cual queremos liberarnos.

Estamos, en esos momentos, mirando un mundo que refleja solo que lo más tememos.

Pare un segundo y procure recordar como se sentía cuando era niño.

Usted dirá que el mundo era mejor, más positivo en esto o en aquello, ciertamente.

Pero, tengo la certeza de que los adultos que tenían la misión de protegerlo sentían muchos miedos y frustraciones y también sentían que el mundo era difícil en diversos aspectos.

Y como es un niño hoy? Observe como él puede ser tan feliz y despreocupado como usted lo fue, porque él tiene quien lo proteja.

Lo que quiero decir es que hoy, el adulto es usted.

Usted es quien asume el rol de protector tanto del mundo de sus hijos, como del suyo.

Usted es quien trata de proteger a todos, arreglar el mundo o criticarlo.

No importa si el mundo está de una u de otra forma hoy en día. La visión y el mundo de quien asume ser el protector y actor puede ser fácilmente tomada por el miedo y frustración. En cualquier época. Mientras que el mundo de los niños, no.

Tal vez si nosotros, adultos protectores, nos diésemos el derecho de recordar como es de importante la visión más positiva, alegre y confiada de un niño, el mundo no sería visto como algo sin arreglo o tan negativo.

Nuestro desafío es transitar en el tiempo a través de los sucesos que cada época nos trae, pero, cargando nuestro adulto y nuestro niño interior lado a lado.

El mundo refleja nuestros miedos, pero también refleja nuestro amor y esperanzas.

Basta con elegir en cada momento, donde enfocaremos nuestra atención.

Al conseguir esa visión equilibrada, veremos que todo fluye, evoluciona, llueve y sale el sol, las personas vienen y van y el mundo continúa en su ritmo y evolución.

Y gritaremos: “¡Gira mundo, lo que yo quiero es vivir!”

Vera Calvet

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