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La ventana borrosa

Podemos relacionar la meditación con una ventana sucia y borrosa. Cuando meditamos limpiamos el polvo en un punto central, hasta desempañar y así poder ver a través del círculo que limpiamos lo que está más allá de la ventana.

No vemos el todo, pero vemos mas allá de lo que nuestra mente podía percibir antes. Es en este momento que la consciencia se expande y podemos percibir cosas que antes no había forma de entenderlas. Por ende, el proceso de la consciencia no termina ahí. Tenemos que continuar limpiando esa ventana, para ver el todo y también para mantenerla limpia y cristalina.

Así mismo es el trabajo personal, la limpieza que se hace al profundizar en las meditaciones e ir entendiendo todos los aspectos de aquel tema, y la manutención se da en la práctica del entendimiento adquirido durante la meditación. A cada práctica, la ventana va volviéndose más limpia y el cuidado constante va haciendo que permanezca así.

Si solo meditamos una vez, tendremos la consciencia que hay algo más allá pero el vidrio de la ventana volverá a borrarse, ensuciarse y volveremos al inicio, con un recuerdo lejano de lo que podría ser mejor.

Tener consciencia momentánea no significa entendimiento ni transformación. Esto solo sucede cuando el entendimiento, a través del ejercicio meditativo viaja hacia el corazón y a la práctica objetiva, en estado de vigilia, es entonces que sucede de forma espontánea, pues ya es una verdad en la consciencia de la persona.

Con cariño,

Heloisa Aragao

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