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La llave de la felicidad

La llave de la felicidad

Era una vez un hombre que quiso alcanzar el final del arco iris. Había escuchado una leyenda que en la punta final del arco iris había un jarro y dentro de él estaba la llave de la felicidad.

A pesar de muchos esfuerzos que hacía para tener las cosas que necesitaba y dar a su familia de lo mejor, este hombre nunca estaba feliz o satisfecho. Como él tenía mucha disposición creía que lograría llegar a dicho lugar.

En el poco tiempo libre que tenía, quedaba estudiando y calculando el camino más fácil que lo llevaría al jarro. Sus parientes exigían su presencia, su perro le pedía cariño, las flores le pedían atención, el viento rociaba su rostro y su casa estaba llena de afecto e intenciones buenas. Pero él estaba muy ocupado y no tenía tiempo para esas cosas. Se sentía muy insatisfecho y necesitaba encontrar la llave da la felicidad. Solo entonces, tendría tiempo para la familia, para jugar con el perro, regar las plantas, sentir el viento o recibir todo el cariño y atención de todos en su vida. No tenía tiempo ahora para ellos, estaba demasiado ocupado.

Luego de un año estudiando todas las formas de llegar al fin del arco-iris, fue la vez de estudiar cuál aparato necesitaba para poder llegar allá. Si fuera así de fácil, pensó él, cualquiera ya tendría logrado y probablemente estaría vendiendo copias de la llave. Una vez más su familia le reclamaba atención, pero él estaba muy ocupado buscando el aparato ideal para alcanzar al jarro y poder traer la felicidad para si mismo y distribuirla entre su gente querida.

Al fin de otro año, decidió que era hora de dejar todos y solo volver cuando tuviese encontrado la llave. Se puso en marcha, llevando todas las herramientas necesarias, su GPS prendido, conectando el punto de partida al punto de llegada, buscando el camino más corto fácil y seguro.

Intentó por varios meses en vano, pero no logro siquiera acercarse. Cambiaba los aparatos, cambiaba los recursos, compraba más herramientas, pero no cambiaba el trayecto.

De esa forma, el tiempo fue pasando. A cada año, él iba sumando más y más cosas a su mochila, más carga, más peso. El proyecto era tan grande que él podría llevar toda su familia si quisiera.

Un día, mientras compraba nuevos materiales, encontró a un amigo que no veía hace muchos años. Él parecía feliz, contento y eso lo dejo muy intrigado. Acerco a su amigo buscando saber que le había sucedido y este le contó que había encontrado la llave de la felicidad. El hombre luego contó sobre su proyecto y aunque dedicar gran parte de su tiempo a buscarla, no había logrado nada. Su amigo observó el plano del hombre y le contó que el problema era que él intentaba siempre el mismo camino, de la misma forma. Lo único que realmente cambiaba era el monto de carga que llevaba sobre su espalda. Y agregó que, de esa forma, buscando la felicidad terminaría por matarse, por la cantidad de carga que llevaba sobre sus hombros, además de que de esa  forma jamás tendría movilidad lo suficiente para cambiar el rumbo, en caso que fuese necesario. Uno de los secretos era justamente fluir con el viento. El viento lo llevaría al lugar.

El hombre miro asombrado al amigo y pensó que él tenía razón. Y el amigo dijo aún “ que si intentamos siempre de la misma forma, lograremos siempre el mismo resultado. “ El hombre miró admirado al amigo y pensó que además de ser feliz ese amigo era muy sábio. Quería saber más con respecto a la llave, como era y como él la había logrado y lo único que su amigo dijo fue: Tú tienes que encontrarla para saber.

Entonces el hombre decidió llevar menos peso, estar mas al sabor de la brisa, encontrando caminos diferentes a medida que surgieran adelante suyo. Su perseverancia y constante cambio de rumbo, formas y maneras le permitió llegar por fin al deseado jarro. El hombre no podía contener su alegría al tenerlo en sus manos. En el fondo del jarro estaba la llave envuelta en un papel. En el papel estaban las instrucciones de como usar la llave: “Felicidad es paz interior. Todo lo que necesitas ya está dentro de ti. Vuelve a tu casa, reconoce lo que tienes y agradece. Percibe que la felicidad no es un fin, sino un medio de como percibes tu vida. Solo tenemos paz interior si vivimos en el AHORA. La felicidad es un regalo del presente. Espero que sepas utilizarla bien”.

Heloisa Aragão

17/02/2022

 

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