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La hora de Cambiar

Era una vez…. una persona normal.

Una persona que se veía a si misma normal y buena persona.
Se reconocía como una persona de bien, que buscaba vivir dentro de sus más altos patrones de respeto, bondad y dignidad.
Había sido bien orientada por la familia, por lo tanto, nunca pensó que necesitaría más que continuar viviendo conforme a sus directrices.

Buscaba no hacer mal a nadie, por lo menos no a propósito, pero a veces la rabia le subía la cabeza y acababa diciendo cosas de las cuales después se arrepentía.

Miraba hacía las personas y veía hasta cuanto podían estar equivocadas y desviadas de los altos patrones y tenía consciencia de que los suyos era por encima de la media.
Y hasta por eso, a veces, sentía voluntad para criticar y horrorizarse ante lo que veía de peor en el ser humano.
Su vida le parecía normal y estable, cuando pensaba en eso, solía decir:
«- Normal! Buena! »
No era que no ocurriesen problemas ocasionales en su vida o que le pareciese aburrida. Al contrario, gustaba de su vida!
Llevaba así su vida normalmente, hasta que un día le pareció que «despertó con el pie izquierdo» y las cosas empezaron a cambiar.

Aquel día amaneció soleado, pero el cansancio acumulado fue difícil de vencer y le costó arreglarse para el trabajo. Subió a su transporte habitual después de una espera larga y no tan habitual. Al llegar al medio del viaje hasta la oficina, se desató una lluvia torrencial. Entró a su oficina con su ropa empapada.
Así que se acomodó y se secó como pudo, recibió un mensaje de texto en su celular que decía: «Necesitamos conversar».
No necesito leer el nombre del remitente, ya sabía de quién se trataba. Habían tenido una discusión normal el día anterior. Tal vez no tan normal, porque sabía que en la hora de la rabia terminaba diciendo lo que no debía. Era una relación larga y estable, por lo tanto un sincero pedido de disculpas arreglaría su falta. No era una persona que le costara disculparse cuando errara.

Así cerró el celular recibió un aviso para dirigirse urgentemente a la oficina del director de su sector. Antes que dijeran de qué se trataba, ya sabía que debería ser sobre un contrato complicado que estaban trabajando y que preveía poder regenerar alguna confusión.
«Paciencia! – Pensó – hoy el día está complicado «!

Y estaba más de que lo podía suponer. No sólo el contrato había realmente dado problemas, como su estable empleo, podría estar en peligro. El director empezó con una conversación de que escucho rumores con respecto a que la empresa estaría en dificultades, que probablemente habría recortes.
Pasó el resto del día con ansia, lo que sucedía cuando el nerviosismo aumentaba.

Llegando a su casa, se preparó para la inevitable conversación.
Antes que el otro dijese cualquier cosa, si anticipo diciendo que había errado en lo que dijo el día anterior y se disculpó sinceramente.
«No! – Dijo el otro.
«No qué?! – Respondió con sorpresa. »
«No es cuestión de disculparse. Está todo mal! Esto no anda bien! El desastre que sufrimos es irreversible. Mejor pararnos acá. No da más para mí – sentenció el otro»

Sus oídos zumbaban, su corazón se disparó, le faltaban las palabras. Definitivamente no esperaba eso! Intentó argumentar, sin efecto. Intentó pelear sin efecto. Lloró sin efecto. Y tuvo que conformarse en no poder hacer nada más en aquel momento.

Sufrió. Culpó al otro, a sí misma, al mundo, quedó con rabia y después se sintió humillada, se sintió agrandada y nuevamente humillada, en fin, pasó por todas las fases emocionales que el fin de una relación tiene.

Pero las palabras del otro quedaran martillando en su cabeza:
«Me cansé de esperar que crezcas y cambies! Me cansé de aceptar tus disculpas! No vas a cambiar nunca! »

Lo peor de todo era no saber de verdad lo que debería cambiar específicamente! Cuál era el error tan fatal que estaba cometiendo? Cuáles eran sus defectos tan horribles, cuando en verdad no se veía tan ruin?
«Esta persona sólo podía estar loca para acusarlo de eso – pensó.
Como si el no tuviese defectos también! – Pensó también. »

Pero las palabras quedaran dando vueltas en su cabeza.
Empezó a buscar ayuda.
Escuchó amigos, compró libros, marcó consultas, fue a conocer diversas religiones, hizo cursos. Pero las informaciones que recibía eran todas muy fragmentadas. Algunas buenas pero no le daban una línea, como qué cambiar específicamente o por donde seguir.
Un día, como siempre pasa para quien busca realmente, la respuesta llegó.
Leyó en algún lugar:

«Mira para tu nivel de satisfacción contigo mismo. Cómo te sientes al estar contigo? Estás pleno, feliz, relajado de verdad o te sientes frustrado, triste o irritado?
Mira al nivel de satisfacción que las personas a tu rededor sienten por ti. Trata de oírlos de verdad! Están plenos felices y relajados en tu compañía, o se sienten frustrados, tristes, irritados o distantes?
Mira para tu nivel de realizaciones. Están plenas, bien hechas, fluyen o están frustrantes, difíciles, complicadas?
Busca identificar los sentimientos de frustración en ti mismo y a tu alrededor!
La frustración se manifiesta normalmente como sentimientos de tristeza o frustración! Donde la frustración esté presente existirá algo en ti que necesitas cambiar. No en lo externo o en el otro! Pero en ti, en tu forma de pensar, sentir y actuar.
Existe frustración? Cambia a ti mismo que darás las condiciones para que el externo también cambie! »

Fue lo que comenzó a hacer.
Al principio sintió alguna dificultad para identificar la frustración en sí mismo y principalmente en los otros, pero intentó buscar la tristeza y la irritación, que fueron fáciles de encontrar. Y las tenía a montones! En diversos sectores de su vida! Y descubrió con sorpresa que muchas personas a su alrededor sentían eso por ella también!

Poco a poco fue empezando a ver lo que provocaba ese sentimiento en los otros y en sí mismo. Descubrió algunas cosas irritantes que hacía y que aborrecían a las personas innecesariamente. Y descubrió donde boicoteaba su felicidad y las realizaciones de su vida, era debido a su forma de ser y pensar. Comenzó a verse de manera más real y más madura.
Lo juzgaba como siendo normal, era poco para sí misma y para su vida en el ahora. Su vida y su ser necesitaban vibrar en paz, amor y positividad! Sin frustraciones!

Cambiar de trabajo y ella tuvo mucho trabajo!
Y este trabajo fue una lenta observación de sí misma, de sus caminos y de las personas a su alrededor a cada instante.
Como un detective de sí misma, buscaba dónde y lo que debería cambiar y cómo hacer cada uno de estos cambios, siempre atenta a la irritación o a la tristeza que son las amigas íntimas de la frustración.
Empezó a percibir que las personas y el mundo a su alrededor se mostraban como espejo de sí misma. Si algo estaba ruin del lado de afuera, ella rápidamente buscaba la contrapartida en su interior y cambiaba. El mundo pasó a ser su mejor guía y maestro.
Y ella descubrió también que normales son todos, pero en sus infinitas diferencias!

Así como la evolución del ser humano siempre continua, esta historia no termina, pero sigue de la siguiente forma:

Era una vez … una persona excepcionalmente comprometida con sus realizaciones y su evolución!

Con cariño,
Vera Calvet

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