La culpa es un sentimiento que nos provoca la sensación de ser los únicos responsables por todo y por todos!
Vivimos pensando que siempre podemos o podríamos hacer alguna cosa más de la que ya hicimos y estamos haciendo. Y siempre pensamos que deberíamos haber hecho algo más para evitar alguna consecuencia negativa que tuvimos.
Hacemos chequeos mentales obsesivos, creamos y recreamos momentos en los que deberíamos haber hecho esto o aquello. Nos quedamos intentando prever el futuro y de qué forma podríamos actuar en caso que tal o cual cosa sucediese.
Nos torturamos intentando prever, anticipándonos para resolver los problemas del mundo. Incluso nos sentimos culpables y responsables por los yerros ajenos. Nos exigimos tanto que el peso del mundo nos resulta insoportable sobre nuestros hombros.
Asumimos mucho más tareas de las que podemos realizar, no sabemos negarnos ante algún pedido, aunque éste sea absurdo, porque nos parece que si lo hacemos y alguna cosa sale mal, jamás nos lo perdonaríamos.
Es exactamente eso: no nos lo perdonaríamos nunca!
Nuestro estado emocional puede fluctuar la forma de ver los estímulos externos y las situaciones. No hay manera de mantenernos desconectados de las situaciones, de las personas, del ambiente y mucho menos de nosotros mismos!
No somos una isla!
Formamos parte de un todo que nos impulsa y nos influye incesantemente y en caso de que no tengamos un mínimo de autoconocimiento, nuestro estado emocional fluctuará sin control, haciendo que tomemos decisiones desencontradas, impulsivas y a veces negativas.
Podemos superar, transformar y evolucionar cualquier aspecto de nuestra vida!
Pero para eso, necesitamos estar dispuestos a emprender el camino al autoconocimiento, abandonar los dramas emocionales y trabajar en esa transformación!
Todo es posible! Pero no existe magia, y sí, trabajo y conocimiento.