La ausencia de nosotros en nuestra vida nos está matando!
Escena 1. En un restaurante cualquiera. Las personas comen solas, no miran ni para un lado ni para el otro. El celular en sus manos es el punto en común.
Escena 2. En un parque infantil en un sábado cualquiera. Solo los niños muy pequeños juegan, los demás están absorbidos por sus celulares. Nadie mira a nadie.
Esas escenas comunes podrían darse en cualquier otro lugar, cualquier otro país. Perdimos la percepción del espacio y del tiempo, del contacto físico y verdadero y nos volvimos rehenes de un procesador de recompensas, que está haciendo que nos enfermemos cada vez más, víctimas de la ansiedad, de la depresión y en casos más extremos del suicidio.
De hecho, la ausencia de nosotros en nuestra vida nos está matando!
¿Cómo?
La vida con un celular en la mano nos trajo nuevos paradigmas. Ya no nos comparamos más con el mejor alumno de la escuela, ni con la persona más interesante del barrio. Hoy en día, por la facilidad de la internet y del mundo globalizado, estamos idealizando algo muy distinto de lo que somos. Que ya no es un fuente de inspiración, pero de comparación, tortura y frustración. Buscamos identificarnos con patrones irreales de belleza, de éxito, de fama, poder entre otros. Todo junto y a la vez! Todo eso producto del marketing, de cirugías plásticas, de photoshop y otros trueques virtuales. Vemos recortes de momentos felices en la vida de las personas y creemos que ese tiempo sea continuo en la vida de ellos.
Nunca estuvimos tan lejos de la verdad, buscando esos patrones de felicidad y perfección. Esa búsqueda de algo tan irreal, por una total e inconsciente desconexión con nosotros mismos, termina por provocar ansiedad, depresión y hasta suicidio.
Ansiedad: porque el tiempo de respuesta de un aplicación es inmediato. Todo llega en un guiño a nuestra mano. El verdadero tiempo se torna lento y aburrido. Nuestro cerebro mimetiza esa respuesta y vivimos esperando por el futuro, sin tiempo para nada, sin paciencia y necesitados de respuestas YA!
Depresión: porque nos sentimos frustrados e impotentes. Queremos el éxito, pero tenemos miedo del error. Peor, tenemos miedo a fallar! Nos comparamos con eses patrones irreales y nos sentimos pequeños, sin autoestima, sin poder y sin fuerzas.
Suicidio: Por no estar en contacto con nosotros mismos, ausentes de nuestra vida, tirando la mente desde el futuro al pasado y viceversa, sin consciencia de que nuestro cerebro está solo mimetizado por una cuestión de supervivencia, intentamos poner un fin a ese dolor. El dolor de no tener contacto con nadie, ni con nosotros mismos, ni con los demás, ni con la vida.
Ya no queremos más ser únicos, expresar nuestra esencia. Queremos ser copias de un éxito eludido e inexistente.
¿Pero cómo podemos escapar de ese encierro que nos autoimpusimos?
Reconectándonos! Pasando un tiempo en nuestra propia compañía. Aprendiendo a desarrollar nuestra intuición, aumentando el campo de actividad neuronal del hemisferio derecho para que éste no se atrofie. Viviendo en el AQUÍ Y EN EL AHORA, en el lugar donde está nuestro verdadero poder.
Viviendo nuestra vida, como la planeamos, escuchando, intuyendo, actuando, errando, acertando, fluyendo. Sin miedo! Sin compararnos con los modelos irreales, sin colocar nuestra atención en el afuera, sin querer ser copias de nadie. Conscientes de que quien manda en nuestro cerebro somos nosotros, que podemos desarrollar aptitudes fantásticas si ejercitamos el lado derecho de nuestro hemisferio cerebral, dando lugar a un mundo nuevo, lleno de descubrimientos, nuestro universo interior. Permitiendo espacio para que se manifieste el ser más querido que conocemos, nosotros mismos!
Dando valor a la conexión con nuestra propia esencia, con el otro, con el planeta y con la vida!
Es tiempo de despertar. ¡Es tiempo de estar conscientes de cuanto poder tenemos!
Con cariño,
Heloisa Aragão