Tú sabes que significa Setiembre Amarillo? Es el mes de una campaña de prevención al suicidio. Datos mundiales nos informan que esa actitud desesperada de terminar con la propia vida viene creciendo año tras año, principalmente entre los adolescentes.
Los datos no son muy precisos, pues la personas intentan esconder la muerte de un ser querido por vergüenza, dolor y desesperación. Bastante comprensible.
Muchos factores contribuyen para que una persona recurra a esa última solución para aliviar ese dolor tan pujante e irracional. Las causas de esa resolución tan drástica pueden ser; depresión, alcohol, drogas, traumas de infancia, herencia genética, trastornos mentales, esquizofrenia, entre otros.
Pero, por qué esa decisión está creciendo tanto, año tras año? Que hay por detrás de eso? Por qué tanta depresión? Por qué depresión, estrés, ansiedad son síntomas considerados comunes entre la mayoría de los jóvenes hoy en día?
Común es normal?
No lo creo.
Estamos cada vez más conectados con una computadora o un celular y dando menos importancia a las vivencias con los demás. Estamos perdiendo la percepción del tiempo, la sensación del contacto físico, comparándonos con personas que no conocemos, constantemente frustrados, ilusionados, medicados, anestesiados.
Nuestro cerebro mimetiza el comportamiento digital y atrofia nuestra intuición. Estamos siempre pendientes de hacer algo para agradar a la platea y nunca observando lo que en verdad nos agrada. Estamos viciados en la recompensa inmediata. Nadie escucha a nadie. Pero todos quieren ser escuchados.
Cuándo eso empezó?
Eso empezó cuando pasamos a idolatrar a personas, cuando colocamos nuestra meta lejos de nuestra capacidad, cuando en lugar de inspirarnos en alguien, decidimos compararnos, y al compararnos salimos perdedores, siempre. Eso comenzó cuando decidimos dedicar más tiempo a la máquina, utilizando cada vez menos el tiempo con nosotros mismos.
No podemos tirar nuestros sentimientos en un procesador esperando que él los diluya o triture. Nuestras emociones son nuestro contacto con el mundo, nuestra expresión de como vemos el mundo y nos comunicamos con él. Es a través de nuestras emociones que evolucionamos, percibiendo en el otro un espejo de nuestra vibración. Es nuestro eco. Pero si empezamos a conversar y a interactuar con un grupo virtual, él no tiene cara, no tiene sexo, no es un espejo ni es verdadero. Vemos la nada y la nada no nos enseña. Nos deja solamente un vacío gigante y una sensación sin fin de soledad. Nos anestesia.
Al estar viciados en la recompensa, utilizamos solamente la mente automática, aquella que rige noventa y cinco por ciento de nuestras actitudes. Y también aquella que produce ochenta y seis por ciento de los pensamientos negativos. Vivir en el automático es vivir en el inconsciente. Vivir en el inconsciente es vivir sufriendo. Pero como no sabemos que podemos transformar ese sentimiento, buscamos en la tecnología una forma de callarlo, de ahogarlo, de ignorarlo. Pero él (el sentimiento) sigue allí y cada vez que lo empujamos hacia abajo, vuelve con más y más fuerza para decirnos algo. Algo que no comprendemos. Y en ese juego interminable juego de gato y el ratón, a veces apelamos a lo inimaginable.
Las estadísticas son alarmantes, infelizmente. Ya es hora de decir basta! Hora de volver nuestra atención hacia nosotros mismos. De empezar a disfrutar de nuestra propia compañía, de no querer mostrar ni probar nada a nadie. Hora de volver a la vida, rescatar nuestra esencia y vivir en plenitud.
Hora de volver a ser humanos y humanizarnos otra vez.
Con cariño,
Heloisa Aragao