No hace mucho tiempo, el único concepto que se tenía con respeto de la espiritualidad era lo religioso. La espiritualidad estaba ligada exclusivamente a la práctica de alguna religión, sea cual fuese.
El número de religiones y vertientes fueron aumentando con el pasar del tiempo, permitiendo que cada uno pudiese elegir libremente que filosofía encajaría mejor dentro de sus expectativas y sentimientos.
Hasta que comenzó a surgir lo que se llamó – El hombre de la Nueva Era
Ese hombre era llamado de místico, porque a pesar de no estar ligado, necesariamente, a alguna religión, traía en sí, la necesidad de ciertos rituales, tal vez por herencia de una antigua formación religiosa de la infancia.
El hombre de la Nueva Era surgió del movimiento de los años 60/70, se guiaba por la astrología, vivía la libertad de la Era de Acuario, pregonaba la libertad filosófica, se vestía con ropas indias, encendía inciensos, creía en hadas y practicaba yoga.
Este hombre no conseguía contentarse con las explicaciones y dogmas religiosos y sus divinidades pasaron a llamarse: Naturaleza y energías.
Su filosofía era la paz, el respeto a la naturaleza y el amor a todo y a todos.
Pero, ese hombre percibió, que a pesar de haber conseguido algo muy positivo, no podría sustentarlo en la sociedad occidental, al igual que sus prácticas, sus creencias y las vestimentas de sus tribus, y empezó a cambiar otra vez.
Cambio a vestir sus ropas occidentales y a entrar en la correría de la vida cotidiana.
La razón, las actitudes y pensamientos puramente racionales y prácticos ocuparon su día completamente, pero allá en el fondo de su mente, de vez en cuando oía una música que cantaba Aquarius, aquarius ……….
Este hombre ya no podría volver a ligarse a ningún dogma religioso y tampoco se sentía a gusto en sus ropas indianas. La naturaleza continúo siendo su icono, a pesar de que lo dejaba sólo para los fines de semana. Pero él ya no creía en hadas y duendes, dudaba de la bondad de las personas y su identidad espiritual quedó suspendida y golpeada.
Pero este hombre no estaba completo! Él se sentía presionado por la vida corriente y vacía que llevaba al mismo tiempo, y vuelta y media se preguntaba: ¨Pero la vida, es solo esto?»
Y la angustia crecía y la imposibilidad de creer aumentaba, entonces su voz interior gritó: «Me muestran algo en que yo pueda creer y que sea sustentable!»
Su soledad fue aumentando hasta un punto insostenible, hasta que comenzó a oír algunas personas decir:
«No pretendas dar tu poder y responsabilidad de sustentación a lo externo!»
«Conócete a ti mismo y sustenta tu propia energía y tu propia vida!»
«No busques del lado de afuera, algo que solamente podrás encontrar en tu interior!»
«Encuentra y produce la paz y el amor en tu interior, para sólo después poder extenderla a tu mundo!»
«Aprende a leer y a entender las lecciones de cada situación en tu vida, es fundamental para tu crecimiento!»
«Lo que estuviera manifestándose en tu vida es reflejo de lo que se manifestando en tu interior!»
«La vida esta ruin, entonces cámbiate a ti mismo! »
Y ese nuevo hombre comenzó a vislumbrar una nueva espiritualidad!
Comenzó a entender que no puede dejar en nada externo la responsabilidad de sustentar su vida en armonía, pues eso sólo depende de él!
Comenzó a ver las otras personas, como a sí mismo, luchando e intentando vencer sus propias angustias a través del autoconocimiento. Se dispuso a aprender con cada relación, a hacer auto-reflexiones cada vez más responsables y a mirar la vida con más respeto y amor.
El nuevo hombre conoce la ley de causa y efecto y percibe que todo tiene un motivo de aprendizaje y crecimiento en su vida y pasó a vivirla con más intensidad, con mayor conciencia de sus palabras, sentimientos y acciones, pues percibió que no es una isla solitaria y que cada pensamiento suyo irá a reflejar en emociones y actitudes positivas o negativas en su vida.
El nuevo hombre paró de colocar la culpa de sus infortunios en lo externo y comenzó a trabajar en su mundo interior, para que su mundo cotidiano se tradujera en armonía.
Fue un larga jornada hasta la Nueva Espiritualidad y esa jornada apenas comenzó!
Tenemos mucho por descubrir todavía con respeto a nosotros y con respeto al mundo mágico en que vivimos!
Pero estamos en el camino!
Con mucho cariño,
Vera Calvet