Es normal sentirnos tensos cuando percibimos que (en apariencia) no podemos tener ningún poder para controlar situaciones externas, todavía más, cuando esas situaciones involucran la salud, sea la nuestra o la de alguien próximo.
El ser humano tiene el hábito de ser controlador o al menos intentar controlar todo a su alrededor. La falta de salud tiende a ser una de esas situaciones que nos muestra claramente que no tenemos el poder de control que nos gustaría. Y esta constatación puede dejarnos sin consuelo, por la impotencia.
Pero es en estos momentos cuando podemos percibir que nuestro poder estará, exactamente, en entender que debemos parar con el intento de controlarlo todo.
Puede parecer extraño lo que acabo de decir, porque parece que deberíamos parar de intentar mejorar nuestra salud, que deberíamos desistir de luchar. ¡Pero no es eso! Lo que estaríamos haciendo, es desistir de usar las armas erradas para enfrentar el problema para usar las armas correctas.
Observa que siempre que intentas controlar algo que sigue una dirección indeseable nos chocamos contra la vida.
Al intentar luchar a los golpes, estaremos parados mentalmente como si tuviéramos un muro delante de nosotros al que necesitamos derrumbar. El simple pensamiento de tener que golpear, de pelear o defendernos de una dolencia, por ejemplo, exige que haya un pensamiento contrario de que el oponente es muy fuerte y que su ataque es poderosísimo. Al pensar en la lucha, aumentamos el poder del adversario, atribuyéndole una fuerza enorme.
Tal vez, en vez de usar una bazuca para destruir el muro imaginario, podríamos cambiar el arma y usar el arma de la “verdadera percepción”. Si eligiéramos la herramienta de poder mirar de manera más amplia, veríamos que no existe tal muro que derribar. Si podemos cambiar nuestro foco de atención, nuestro mirar amoroso podrá decirnos que existe siempre algo para aprender en cada momento y que la dolencia también debe ser usada como aprendizaje. Podemos, a través de ella, descubrir algo sobre nosotros mismos que sin ella no hubiéramos visto.
Todos conocemos historias de personas que pasaron por momentos difíciles de falta de salud y que salieron transformadas positivamente. Algunos percibieron en sí mismos o en las personas a su alrededor, fuerzas, amor o poderes inimaginables anteriormente y otras empezaron a mirar la vida de una manera diferente, más positiva.
No quiero decir con esto que debemos conformarnos con la falta de salud y decretar un estado de entrega, al contrario, pues eso sería convencernos de que el enemigo es más fuerte y que nos ha vencido. Lo que quiero decir es que podemos vencerlo más fácilmente si no le damos a él más poder del que tiene y si usamos su presencia para conocer un poco más acerca de nosotros y sobre la vida.
Si la dolencia es falta de energía y de vida, podemos oponernos a ella buscando más energía y más vida.
Existe siempre la posibilidad de elegir y la responsabilidad en cada momento que vivimos. Todo puede enseñarnos algo, al entender el mensaje de las situaciones que vivimos podemos evolucionar. Existe un motivo para vivenciar la falta de salud. Ese motivo, sea cual fuera, siempre trae consigo un aprendizaje, una nueva postura frente a la vida.
Al adolecer por cuenta de un comportamiento negativo, sea por estar descuidando nuestro cuerpo, estresando nuestra mente o adoptando un comportamiento peligroso para nuestra integridad física, podemos tomar los medicamentos recetados por nuestro médico, hacer los tratamientos e incluso hasta curarnos. Pero, en caso que no haya ninguna transformación positiva en nuestro comportamiento, en caso que no haya ningún aprendizaje con la dolencia, probablemente vamos a repetirla o hasta agravarla, irremediablemente.
Las dolencias que normalmente son agravadas, algunas veces provocadas por el estrés emocional, son causadas por la exposición a la vibración de pensamientos negativos por un largo periodo, como puede ser por ejemplo, la ansiedad.
Todo se inicia con un pensamiento. Y nuestro cuerpo puede ser condicionado a reaccionar a este pensamiento. Pensamientos positivos, condicionamiento físico positivo. Pensamientos negativos, condicionamiento físico negativo.
En nuestro curso de Meditación Ráshuah hablamos largamente sobre este tema. Y dividimos el cuerpo en cuadrantes (los cuadrantes Ráshuah) para entender mejor la relación que existe entre nuestro cuerpo y cada pensamiento y sentimiento.
El cuerpo nos avisa a través de diversas señales como estamos comportándonos emocionalmente. Vamos a aprender a usar mejor nuestra mente y nuestros pensamientos. ¡La salud agradecida!
Bendita sea tu vida y tu cuerpo.
Con mucho cariño,
Vera Calvet
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