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Aislamiento, soledad ¡basta de eso!

Conocemos personas que le temen a la soledad.

Podemos ser nosotros mismos una de ellas.

Pero en verdad, es natural que estemos solos, al menos, en nuestros pensamientos, sentimientos y en cada gesto.

Cada respiración y latido cardiaco son únicamente nuestros y provocados por nuestro cuerpo y mente.

En ese sentido, estamos y estaremos siempre a solas con nosotros.

Entonces, estar solo y ser responsable único por todo lo que pensamos, sentimos o hacemos es natural. Y por más que estemos rodeados de personas, esa soledad del yo será siempre nuestra, y es buena, es importante. Reconocerla es no que nos hace percibir nuestra paz interior.

Creo que lo que podemos temer y que podemos y debemos evitar es el aislamiento, y no el estar solo, que es natural.

Aislarse sería no compartir nuestros pensamientos, alegrías, momentos y sentimientos generados en la soledad de nosotros mismos con nadie más. Es no ser capaz de compartir e intercambiar experiencias de vida con los otros.

Somos seres sociales que aprendemos y crecemos a través de ese intercambio con otras personas.

Leí cierta vez una frase atribuida a Carl Jung, psicoanalista que sucedió a Freud, que utilizamos mucho en Ráshuah, que resume el conflicto del alma del ser humano en busca de sí mismo:

¨El paciente necesita estar solo para reconocer lo que realmente lo sostiene, cuando ya nada de lo externo consigue sostenerlo. Solo entonces encontrará su base indestructible.¨

Nada puede ser más real y certero que esta frase.

Solo estaremos realmente teniendo posibilidades de entrar en contacto con lo que es verdaderamente importante en nuestra vida, quien somos y lo que nos sostiene, cuando percibimos que nada en el mundo externo nos puede sostener.

Esos momentos pueden llegar sin dolor, con la colaboración de nuestra consciencia que se expande y deja de atribuir al externo, a los otros, o puede sostener nuestra vida y pasamos a mirar todo y a todos como compañeros de camino y no como muletas.

O, esos momentos pueden venir con angustia, miedo y sensación de soledad. Es cuando en medio del dolor, todas nuestras creencias son desafiadas y no podemos contar con nadie para sostener nuestra angustia y nuestra vida, parece que el suelo se abre a nuestros pies, y nos falta apoyo.

En ese momento de extrema sensación de soledad, sentimos como si nada pudiese motivarnos o tuviese importancia, consistencia u objetivo. Esa es la gran noche oscura del alma, que llega avisándonos que es hora de despertar.

Algunos de nosotros pasamos por la noche oscura con mucho dolor, otros no tanto.

El factor determinante será cuanto nos gusta nuestra propia compañía y cuanto nos conocemos.

Si continuáramos buscando en el externo las motivaciones para vivir o buscar nuestra identidad en la opinión de los otros, estaremos destinados al fracaso y a muchas frustraciones.

Nuestra mirada necesita dirigirse a nuestro interior, a buscar nuestra base indestructible y esa búsqueda puede tener iniciarse con mucha curiosidad y placer. Todo dependerá de nuestra mirada.

Pero infelizmente, algunas personas necesitan llegar a un punto casi insoportable de tensión para comenzar a hacer ese camino interior, y tal por no conseguir abandonar la visión distorsionada de sí mismo y la opinión del mundo, terminan provocando, sin percibir, que ese mundo, al cual está apegados, los abandone o traicione sus creencias.

Tal vez necesiten sentirse descendiendo a las profundidades de un pozo oscuro para buscar sus respuestas y sustento en su interior.

Sea cual fuera el motivo de su descenso, me complace decir que el ¨fondo del pozo¨ existe un potente resorte un no un desagüe.

Ese resorte es él que nos impulsionará hacia arriba, a veces solo cuando alcanzamos el fondo de la piscina es que encontramos el apoyo para dar el impulso y volver a la superficie.

¿Cuál es tu base indestructible?

¿Quién eres tú realmente? Cuáles son anhelos del alma?

Existe algo que solo tú puedes hacer en este mundo y por eso naciste, por eso estás aquí y ahora en este planeta Tierra.

Algo que tú tienes en tu interior que merece ser compartido con todo el mundo.

Busca y haz lo que viniste hacer, sin que te importe lo que el externo piense al respecto. ¡Atrévete!

Construye algo que tengas en tu corazón y verás cuanto el mundo necesita de eso. Pero solamente tú es quien puede hacerlo, pues somos seres únicos y cada uno de nosotros encaja en una parte dentro de la gran obra para la construcción de un mundo mejor.

Todas esas respuestas están dentro de ti.

Percibe que en verdad ya conoces esas respuestas, pero todavía no te atreviste a reconocerlas.

No existe soledad para quien se encontró a sí mismo.

Tú nunca estuviste solo.

 Simplemente dejaste de percibir a las personas y a la vida a tu alrededor. Pero es tiempo de salir de la caverna y compartir.

Tú crees que las personas no se abren para recibirte? Mira si en verdad no fuiste tú quien se cerró. Sea cual fuera el motivo que te haya llevado a eso, detente! Respira y deja que la vida fluya. Ábrete que las personas correctas y las nuevas experiencias responderán inmediatamente.

Sé feliz, tú te lo mereces!

Vera Calvet

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