Sabemos que existen muchas personas manipuladores. Incluso reconocemos fácilmente a algunas de ellas. Pero el peligro nos ronda cuando no percibimos de manera tan clara que ésto nos está ocurriendo. Y para cuando lo notemos, puede haber sido demasiado tarde, ya que la situación nos habrá generado pérdidas, trastornos y lo que es peor un horrible sentimiento de que fuimos usados y traicionados.
Si sirve de consuelo, la culpa de haber sido manipulado, raramente es de la víctima. Ya que una de las características de los manipuladores es estudiar la “presa” para saber cómo manipularla sin ningún pudor, empatía o disimulo para mentir y seducir a sus víctimas. Es desleal e injusto. Y siendo la víctima una persona de bien, no va a suponer que existe algo d torpe en su comportamiento.
Yo dije que raramente la culpa es de la víctima, ya que en ocasiones, deliberadamente las personas se “hacen las que no ven” lo que ocurre, temiendo perder esas supuestas ventajas que el manipulador ofrece como carnada. En estos casos, existe una parte de responsabilidad en la víctima. Pero como todo en nuestra vida, esto también es una experiencia que debe servirnos de aprendizaje.
Señal 1 – Efecto Inmediato de Alma Gemela
Los manipuladores tienen una simpatía extraña. Acostumbran venir al encuentro de su víctima (nosotros), casi casualmente, como si se hubieran topado sin quererlo; Te abordan simpáticamente, parecen tener el don de la palabra y se muestran absurdamente interesados en lo que tengas que decir sobre vos y tus proyectos. Además hacen muchas preguntas y añaden observaciones teles como “que increíble” “yo también soy así” “Tenés toda la razón”.
Vas a pensar que encontraste la pareja perfecta. Nunca habías visto una persona tan abierta a escuchar y hacer preguntas sobre vos.
Pero, si uno se detiene a observar la conversación, que siempre nos dejará satisfechos, vas a descubrir que el manipulador no contó mucho sobre sí mismo. En realidad, fue más bien, esquivo de dar esas informaciones. Esto ocurre porque, sólo después de estudiarte, vas a poder oír una historia que, casualmente, encajará directamente con tus expectativas.
Señal 2 – El amigo más disponible del mundo
Luego de percibir que encontró lo que buscaba, el manipulador comienza a mostrarse extremadamente interesado. Estará siempre manteniendo el contacto, quizás hasta demasiado. Y vos estarás encantado de notar que esta persona está encantada con vos, ofreciéndote “mimos”, delicadezas y atenciones inesperadas! Siempre querrá ayudarte y siempre, casi increíblemente, estará de un humor bueno y contagioso.
Pero, al detenerse y observar, vas a notar que él de alguna crea las oportunidades de ayudar, incluso cuando no hay necesidad. Nadie es tan íntimo en los primeros contactos. Pero como es una persona divertida, que hace el bien, vos seguís adelante. En definitiva, hasta ahora el no pidió nada a cambio. Aunque cuando aparece lo hace por poco tiempo, como si tuviese siempre apresurado por llegar a algún compromiso.
Los manipuladores adoran dejar la impresión de “quiero más” en sus víctimas. Por eso los primeros contactos son breves.
Señal 3 – Sos la persona más espectacular del mundo
El masaje que tu ego recibe es vital en la trampa. Vas a sentirte reconocido, por fin, alguien parece haberte visto y percibido tus cualidades.
En este momento, el manipulador pasa a la etapa de comenzar a contarte, tímidamente al inicio, casi sin quererlo y de ninguna manera queriéndote involucrar con sus problemas, sobre las grandes dificultades que tiene en su vida. Pero no lo hace directamente, lo hace dulcemente, con misterio, hasta que llegás al punto de querer saber con muchas ansías que es lo que le está ocurriendo a tan excepcional persona.
Listo. El terreno está preparado para la historia envolvente del manipulador.
Él ya te conoce lo suficiente para poder contarte la historia de manera que no puedas tener otra alternativa que ayudarlo. Dice precisar que estés a su lado, por ser tan especial y tener tanta fuerza. Y te agradece constantemente diciendo que eres la decima maravilla del mundo.
Señal 4 – Oh! Pobre
Los manipuladores emocionales nunca tienen la culpa de nada. Independientemente del tipo de error que hayan cometido, el culpable será siempre otra persona. El manipulador es una persona espectacular, que hizo todo con la mejor de las intenciones. Entonces su historia tendrá elementos que te harán creer que fue una víctima de buena fe. Por cierto, se mostrará a gusto contando todas las supuestas cualidades que tiene en esta conversación con frases como “soy una persona que ayuda a todos”, o “soy una persona que cree todo lo que los demás le dicen”, “todo lo que hice lo hice para salvar a tal persona” y cosas de ese tipo. Los manipuladores emocionales nunca se responsabilizan por nada.
Y más tarde, utilizarán ese mismo tipo de argumentos para crear sentimientos de culpa en vos. Y vos siempre te sentirás culpable por victimizarlo o no poder ayudarlo lo suficiente. Siempre te sentirás obligado a ayudarlo de alguna forma. Sólo que ayudar, en este caso, será para vos hacer todo, pagar por todo, en fin, ponerte al frente de este “supuesto” problema. Terminarás siendo la persona fuerte y él el pobrecito.
Señal 5 – La hora del compromiso real.
Los manipuladores emocionales dicen lo que quieres escuchar a la hora que precisan algo tuyo. Pero cuando sos vos la que pecisa su ayuda, la cosa cambia de forma. Te juran que están y estará a tu lado para lo que sea, sin embargo, para que las palabras se transformen en acciones, hay un largo camino. Son capaces de llamarte desagradecido por no reconocer la ayuda y el apoyo que ellos te brindan. Sin embargo, si te detienes a analizarlo, veras que la ayuda que el brindó fue mínima o no la hubo. Él siempre se mantuvo esquivo e incluso pudo protagonizar una pelea, ofendido, por tus absurdas exigencias. Son grandes actores.
Señal 6 – Efecto Mandrake
El poder que tiene el manipulador emocional para confundir a su víctima es increíble. Siempre tiene una justificación en la punta de la lengua y una historia ridícula que contar cuando son presionados.
Son capaces de demostrar por A + B sus respuestas, al punto de hacer que la víctima duda de su propia salud mental. Si la víctima dice haber oído que decía una cosa específica, en cuestión de minutos puede probar que jamás dijo aquello y si lo dijo, no tenía la menor intención de ser interpretado en la dirección que lo dijo. O sea, la persona que lo escuchó duda de su memoria, y termina por sentirse mal por haber acusado al manipulador.
Uno de los trucos del manipulador para salir de ese tipo de situaciones, y evitar ser desenmascarado, es comenzar a intimidar, llorar, gritar y alejarse mostrando que le han hecho un mal. Habla mucho y enreda a la víctima que finalmente, no consigue pensar de manera directa. El manipulador insiste en que todos los problemas son frutos de la imaginación de la víctima. No pasó nada, Mandrake! Todo desapareció en unos pocos segundos.
Señal 7 – Cree que hago lo que digo, incluso aunque haga lo contrario
Inevitablemente, las contradicciones entre el discurso del manipulador y sus actitudes van a comenzar a diferir.
La persona comienza a descubrir que el manipulador, que se dice tan bueno, está cometiendo alguna maldad. Que se dice tan honesto y actúa deshonestamente. Que se dice tan preocupado por las personas y deja de responderles sin aviso previo. En fin, que su discurso es uno, pero sus actitudes son otras.
Pero, como no importa el tamaño del problema de la persona, ya que el problema que el manipulador usará como justificación será mucho, mucho mayor, más de una vez, la víctima termina confundida. Los manipuladores son muy creativos. Nunca se cansan de recordar que sus problemas son mucho más graves y que no tiene otra alternativa que actuar de la forma en la que lo está haciendo.
Señal 8 – Estás siempre en deuda
Las pequeñas cosas que los manipuladores hacen, a la hora del discurso aumentan de proporciones. Son excelentes en promocionarse. Hacen listas interminables de cuanto hicieron de bien para las personas. Y saben cobrarse lo hecho.
La sensación es de que por más que la persona (víctima) haga, siempre estará en deuda con el manipulador.
Señal 9 – Cuando golpean, saben hacerlo
Al conocer cada fragilidad de sus víctimas, el manipulador sabe muy bien donde golpear. No tienen piedad en usar esa arma cuando siente que puede estar perdiendo el control sobre la otra persona. Y lo que hace es rebajarla al nivel de un gusano con una frase certera.
Chau Autoestima.
Ahora la persona quedó nuevamente rehén de lo que el manipulador piense sobre ella. Y la víctima comienza a buscar su aprobación. Estrechando más todavía el lazo de su fuerza, sin darse cuenta.
Señal 10 – Aquella persona que conocimos, desapareció
En verdad, ambos desaparecen.
Primero desaparece aquella persona formidable que el manipulador mostro ser al principio. Todas aquellas cualidades se fueron, (porque nunca estuvieron allí de hecho).
La segunda persona en desaparecer, es la víctima. Todo lo que era antes de conocer al manipulador, se fue. La persona no se reconoce más, sufre, pero no puede definir exactamente las causas.
La alegría y el poder personal desaparecieron, la autoestima también.
No queda más nadie. Ni la víctima, ni la imagen del manipulador.
Obviamente lo que hice fue pintar un cuadro bastante radical en estas 10 señales.
Pero, a pesar de que los manipuladores actúen de manera maliciosa y mal intencionados, existen personas que son manipuladores emocionales que no pretenden necesariamente, destruir a sus víctimas. Y sí, dominarlas para que jamás puedan abandonarlos.
Son personas que tienen un gran apego al control y mucho miedo de perderlo sobre los otros. Ellos creen que de esa forma, tendrán siempre alguien a su lado. Sin percibir que lo que hacen o producen, genera el efecto opuesto.
Como siempre, el autoconocimiento es la salida!
Conocerte, saber tus cualidades, potencialidades y límites, gustar de vos mismo es la forma para no caer en las trampas de las personas manipuladoras. O para darte cuenta en poco tiempo que has caído y comenzar a tratar de buscar otras formas de actuar, sin volver a caer en las manos de un manipulador.
Vera Calvet